¿Era FSB un partido fascista?

¿Era FSB un partido fascista?

Según del escritor Ricardo Sanjinés Ávila, autor del libro “Únzaga – La Voz de los Inocentes”, Oscar Únzaga de la Vega fundó Falange Socialista Boliviana (FSB) en 1937, siendo entonces universitario en Santiago de Chile, bajo la fuerte influencia del pensador francés Jacques Maritain, a su vez seguidor de Santo Tomás de Aquino.


Alentaban el principio de la vida como patrimonio divino. “Soy, luego pienso”, en lugar de “pienso, luego existo”. Defendían el concepto del alma como forma espiritual del cuerpo y el conocimiento de Dios por la vía racional. Aseguraban que había una obra común a toda la humanidad, que consistía en mejorar la vida humana, para que todos vivan en la tierra como hombres libres y gocen, en respeto recíproco y fraternidad, de los frutos de la cultura y el espíritu.
Eran las mismas ideas de otros jóvenes como Ricardo Balbín en la Argentina, Rafael Caldera en Venezuela, el joven Aldo Moro en Italia, o Eduardo Frei y Patricio Aylwin en Chile, quienes en ese momento fundaban la Falange Nacional Chilena, que al cabo de unos años derivó en el Partido Demócrata Cristiano. Eran los años 30, cuando el entonces decadente liberalismo se batía en retirada ante la arremetida del comunismo y el nacionalsocialismo. Esos jóvenes, y entre ellos Únzaga de la Vega, abrazaron el pensamiento de Maritain como una respuesta frente a la lucha de clases, la abolición de la propiedad y la negación de la existencia de Dios que pregonaba el marxismo, o el dominio del mundo, la superioridad de la raza aria y el exterminio de los judío que propugnaba el nazismo.
Pero la Guerra Civil Española desordenó aquellos recetarios ideológicos pues los comunistas fusilaban curas y violaban monjas, haciendo causa común con los catoliquísimos vascos, Alemania apoyaba a las fuerzas nacionales de Francisco Franco, en tanto liberales, yanquis y anarquistas se enrolaban para luchar por la República, mientras Hitler perseguía a la Iglesia Católica y su socio, Benito Mussolini, se constituía en valedor del Vaticano.
Tal desorden se hizo patético en Sudamérica al llegar la Segunda Guerra Mundial, cuando el cambio social vino de la mano de populistas cercanos al fascismo como Getulio Vargas en Brasil o el Grupo de Oficiales Unidos en Argentina, donde militaba Juan  Domingo Perón, logrando el apoyo popular que fue mezquino para los seguidores de Lenin y Stalin